Caminaba en medio del parque, ya eran más de las doce y me había quedado hasta tarde en casa de mi amiga. Había sido una noche de chicas, un poco de tragos, de confesiones, de travesuras y juegos no tan infantiles.

Tenía un par de copas encima y me dificultaban el caminar, pero mi casa quedaba a poco menos de cuatro cuadras, así que no faltaría mucho para llegar. Y para eso tenia que recorrer el parque, oscuro y desolado a esa hora, los árboles dibujaban sombras extrañas y el silencio era tan desconcertante que solo escuchaba como soplaba el viento. Pero eso a mi no me inquietaba, siempre había sido rara, y el enigma y la soledad eran como mis compañeras.

Tropecé con una piedra. Que torpe me sentí, al menos no había nadie cerca. Me levante como pude, y de repente vi a lo lejos una sombra encima de un árbol. En la oscuridad pude ver como dos ojos brillaban y se fijaban en mí. Los tragos no me ayudaban con mi sentido pésimo de la orientación, pero decidí retroceder y tomar otro camino. Pero en cuanto di la vuelta, la sombra estaba parada en frente de mí, y la pude ver mejor.

Blanco como la nieve, era pálido pero poseía una hermosura que nunca había visto antes en un hombre. Su boca derramaba sangre y sus manos tenían uñas largas y afiladas. Su pantalón y cabello eran negros como la oscuridad de esa noche, y su pecho estaba descubierto. No sentí miedo en ese momento, pero me aterré ante su mirada que no se apartaba de mí y entonces retrocedí dos pasos. Dibujó una sonrisa perversa y me mostró sus enormes colmillos. No podía creer lo que estaba viendo. Un vampiro en mi ciudad.

Escuche detrás de mí un ruido, parecían pasos. Cuando me di cuenta, el vampiro se había ido, pero alguien mas se acercaba. Era un hombre, no tenia muy buena pinta. Me di cuenta que estaba armado y que venia corriendo hacia mi. Empecé a correr, pero me alcanzo por el brazo, me tumbo al suelo y en un forcejeo mutuo quiso quitarme mis pertenencias. Pero se detuvo al ver algo que estaba justo detrás de mi cabeza, era él, con una mirada inquietante, llena de furia y… hambre. Se le tiro encima con un intenso rugido y lo último que pude ver fue al ladrón en el suelo, en medio de sangre.

La sombra me miro y se acerco a mi, era fascinante. Un raro sentimiento me hizo quedarme allí, esperando a que sucediera. Me tomo por la cadera con una mano, y con la otra agarro mi cuello, me olio durante un momento, y luego clavo sus colmillos. Y fue ahí donde me sentí completa, mas viva que nunca, y entonces una grandes ansias de comer empezaron a invadirme.

No podía esperar, tenia que ir a contarle a mis amigas.